Yo estaba presente en esa reunión cuando más de diez mil millones de brillantes Figuras Blancas — (cada una como un Ángel de Luz)— se reunieron y a través del Gran Serapis, elevaron una petición a la Ley pidiendo la oportunidad de verter la Luz de Su Amor a través de sendas personalidades que Ellos habían sostenido, con la esperanza de que en alguna parte a lo largo del Sendero de la Vida, cada quien pudiera acudir de nuevo a su Benefactor y preguntarle qué le dio por dar libremente vida y sustento; qué le dio por dar el cuidado y la protección; qué le dio por dar cuerpo nuevo tras cuerpo nuevo asignado a un alma que desgastó cada cuerpo precedente tan rápidamente como los sentidos podían capturar la vida y aplastarla dentro de la satisfacción de los apetitos y pasiones momentáneas.
¿Pueden ustedes sentir Conmigo la reacción de la Ley de este Universo según la encarnan los siete Jueces del Tribunal Kármico cuando dicha petición fue proclamada? ¿Podría el Amor Encarnado negarle a Seres de Perfección dicha paciencia y oportunidad para auto-realizarse? ¡Oh, no! ¡El regocijo surgió en los corazones de los Miembros del Tribunal Kármico! ¡El regocijo surgió en los corazones de los Dioses que crearon este Universo! ¡El regocijo surgió en el alma y corazón de Sanat Kumara y de todos los miembros de la Hermandad que se han sacrificado para ser los Guardianes de la Raza! ¡El regocijo surgió a través de la mismísima Tierra, sobrecargada por la mortaja de los pensamientos y sentimientos de la humanidad, con la esperanza de que, al fin, en vez de disolución, la Tierra pueda conocer la LUZ y ser aceptada y bienvenida como un miembro permanente del Sistema Solar al cual pertenece y empero en el cual ha tenido que inclinar con vergüenza la cabeza por cuenta de la radiación, no de su propia hechura sino de los "invitados" que ha albergado y que sostiene con su Vida!
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