.Hoy en día toda la humanidad está tratando de encontrar la paz. El Templo de la Paz se yergue en el corazón de un bello bosque. El viajar aquí ni siquiera castiga la energía de los aficionados con requerimientos de motivación del cuerpo físico. Ustedes entran a una bella arboleda que conforma un aviario verde a través del cual el sol brilla libremente y conforma una mística luz color verde agua. Los largos y esbeltos troncos de los árboles están desprovistos de ramas por una altura considerable, y en el piso no hay maleza, de manera que se puede caminar libremente en cualquier dirección sin que sea necesario apegarse a un camino específico o pre-arreglado.
Uno de los regocijos aquí es que cada hombre puede conformar su propio sendero, y no se requiere de nadie que siga a lo largo del patrón predestinado de otra persona para seleccionar su propia belleza, su propia grama verde y aguas mansas para solaz y contemplación. A la metódica mente occidental, a menudo le resulta enervante y perturbador el entrar a una foresta así de impersonal y deque se le permita encontrar su propio camino al corazón de la misma. La mente oriental, por el contrario, no tiene ningún apuro. Amados corazones, esto es simbólico del sendero místico hacia la paz. Si no es un viaje recordado, entonces la ausencia de dirección le permitirá al buscador diseñar su propio camino de vuelta a casa.
Ustedes se encuentran en el borde de esta foresta color verde-mar, y sepan que en alguna parte en el centro se encuentra el Palaciode la Paz. Sus ojos pueden asimilar el hecho de que hay lo que parecen ser kilómetros de bosques sin mapa, y ustedes se encuentran aparentemente solos. El corazón, contrario a la opinión humana, no necesita estar en el centro de esa cúpula natural de verde viviente en lacual los pájaros cantan libremente. ¡He aquí el júbilo de la experiencia! ¿Habré de dejarlos solos para que circunden su periferia?
Ustedes llegarán al centro de repente, ya que hay una suave elevación de todo el bosque circundante que conforma un collar alrededor de la colina donde el templo se mezcla suavemente con la foresta, como para parecer parte de ella. ¿Un palacio, dicen ustedes, hecho de la madera de los árboles y del verde del follaje? ¡Sí! Un verdadero palacio de paz. Es tan discreto que sólo el alma discernidora puede percibir su perfección. Al ser tánto una manifestación del Espíritu Santo, siempre ha sido uno de Mis lugares preferidos. Aquí no hay sonido alguno. Es un templo silencioso. Los invito a todos y cada uno de ustedes a venir y visitarme aquí a menudo, y les aseguro, amados corazones, que el clamor y el tumulto del diario bregar de allí en adelante no causará mella en la armadura de su paz interna.
MaháChohán
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