sábado, 26 de marzo de 2011

EL REINO ANIMAL

La pregunta que se ha formulado muchas veces: “y, ¿Qué de los animales… que papel, si alguno, tienen ellos en el esquema de evolución?”. Se ha dicho que si ellos no hubieran tenido el derecho a existir, Dios no lo hubiera “ordenado a Noé” que construyera el arca y salvara tantos como pudiera de la destrucción del diluvio.
Quizás la explicación siguiente concerniente a la Presencia de la vida animal en el Planeta Tierra hoy en día, y la responsabilidad embestida en la humanidad para asistir a esa vida a regresar a su propia belleza natural y perfección de expresión, ayudará en la solución de tan irritante problema. .. Cada forma que se manifiesta en el plano tridimensional es una idea proyectada mantenida en la conciencia. Hasta la belleza física no es más que un pensamiento exteriorizado. .. En las primeras Edades Doradas cuando la humanidad escogió aceptar la responsabilidad de encarnar en la Tierra, los Reinos Angélicos, Dévico y elemental precedieron a la humanidad a fin de “preparar un sitio para ellos”. Estas formas Angélicas, Dévicas y Elementales eran extremadamente bellas, y proyectaban la Imagen Divina del arquetipo de cada uno, el cual era sostenido en la mente y corazón del mismísimo Dios. Hasta el repelente pulpo de la actualidad fue una vez un bello sol dorado en miniatura, siendo sus tentáculos rayos de luz iridiscente, y la ostra y la almeja de hoy fueron una vez bellas formas de hadas. Estos elementales estaban destinados a viajar con la humanidad de la Tierra, sirviéndola obedientes a cada indicación, durante todo el largo peregrinaje desde la eternidad hasta la eternidad. En la Tierra no había ninguna forma desagradable ni impura antes de que la humanidad llegara. .. Cuando el primer grupo de almas partió del sol, también ellos proyectaban la gloria de sus propios Cuerpos Electrónicos, y las vestiduras físicas que llevaban puestas exteriorizaban la Imagen Divina que recordaban claramente en sus conciencias. Esta era una época de gran belleza, gran felicidad y gran paz. No había velo entre la Presencia Interna y la mente externa; y, al morar constantemente en la Perfección de su propio Arquetipo o Presencia absorbiendo Su belleza con su vista física, disfrutando de Su Presencia con sus sentimientos, la sustancia moldeable de la vida elemental (de la cual estaban completos sus cuerpos) obedientemente manifestaba esa Imagen Divina en hombre, mujer y niño. En verdad podía describirse esta Era como la Edad Dorada, y la morada de la gente como “el Jardín del Edén”.

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