NO DARLE CONSEJOS A OTROS. Sabiendo esto, nadie debería tratar de aconsejar a otro. El Dios en cada uno es el único que sabe lo que más le conviene a cada individuo. Todo aquel que experimente una actividad discordante debería dirigirse a un lugar donde pueda estar en completo silencio y que no se le interrumpa. Luego, haciendo lo mejor que pueda, debe entrar al Gran Silencio y, aquietándose, decir:
«"¡Magna Presencia YO SOY"! Exijo que se me haga conocer la actitud correcta y actividad que yo debo asumir para ajustar y solucionar este problema!» Si la respuesta no viene de inmediato, debe volver a entrar todos los días al Silencio y continuar exigiendo que se le dé la Respuesta Divina. Debe exigir también que se le muestre, a través de la Visión Interna, todos los detalles que deben ejecutarse. Entonces, de repente, posiblemente cuando menos lo espere, entrará a su conciencia externa la solución totalmente incuestionable al problema o situación que le estaba aquejando.
DARSE A LA FUGA: En vista de que es imposible que el individuo pueda escapar de alguna situación o problema, esto le aclarará toda la cuestión, y le revelará si está siendo sometido bajo alguna influencia hipnótica o si está llevando a término una obligación justa.
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